jueves, 30 de agosto de 2012

~Capítulo veinticuatro.

Noté como mi alma se desgarraba al compás de los gritos de mi propio dolor. Externo y a la vez interno. Repliqué mil veces a los médicos, a las personas que me rodeaban, hudiéndome más en mis pensamientos.—Despierta, por favor.—repliqué, rozando sus manos.—Los médicos me han dicho que puedes oírme.—supliqué llorando.—Por favor, despierta.
—No lo intentes Andy, no va a despertar.
—¿Por qué?—agonicé, queriendo que esas palabras fueran las últimas que dijiese. Irme con él. Volví a mirarle, pálido y serio. Siempre pensé que sonreía, pero me hicieron ver que no volvería. No estaba muerto, pero a mi me parecía que era un cuerpo sin vida, que deambulaba sin rumbo. Y si despertase, no recuperaría la memoria, incluso podía ser un vegetal. Fueron las únicas razones que hicieron que pasara casi dos meses en el hospital. Sin moverme de su lado. Cuidándole como si fuese mi propia vida. Y lo era.
—Vete a comer algo, ya me quedo yo con él.—sonrió dándome esperanzas que no había.—Aún hay tiempo para que se despierte. Mucho tiempo, y se acordará de ti.—me gustaría que me lo prometiera, pero ya había perdido todo.—No se va a olvidar de la persona que siempre amó.
—No lo digas en pasado.—pedí. Odiaba que hablasen como si no estuviera con nosotros. Cómo si no estuviese presente. Siempre «era...» «hizo..» cómo si ya no tuviera la oportunidad de serlo o hacerlo. Habían aceptado que se había ido. Unos tardaron más y otros menos, todos pasaron página. Yo seguía estancada en la fase de «Negación.» No quería admitir que estaba en coma. No quería admitir que los médicos tenían razón al decirme que no se despertaría. No quería que le desconectasen al ver que con la guerra había más heridos y necesitaban camillas. Suplicaba a los médicos, pidiéndoles unos días más. En cuales se despertaría. Abriría los ojos, y yo, estaría presente para verlo. Para llorar al ver que me miraba. Pero el tiempo pasaba y yo no corría a la misma velocidad que los segundos.—Me sigue amando.—respondí, agarrando más fuerte su mano.
—Lo sé.—suspiró.—Todos lo sabemos. Pero—me miró.—Andy, está en coma. Han dicho que es difícil que despierte.—no quería oírle.—Y no recordará nada. Lo siento decírtelo pero tienes que aceptarlo.
—¡Cállate!—grité mirándole.—¿Acaso sabes qué es perder a alguien?—volví a elevar la voz, liberando mi furia de dos meses por la boca. Cargando mis penas al único que me había ayudado estos meses. Charlie. Mi querido Charlie, notaba que era lo único que me quedaba.—¿Lo sabes?—volví a gritar, notando como emergían lágrimas.
—Sí. Sabes que lo sé. Y ahora vete.—suspiré.—Voy a llamar a una enfermera para que te saque de aquí.  
Vi como Alice se asomaba por el arco de la puerta, trayendo a Ralph detrás. No sabía que había pasado estos meses, no pisé nunca la casa. Pero las cosas habían cambiado desde entonces y nadie lo pudo 
remediar. Ni yo, ni nadie.
En aquella camilla..
«Agarraba mi mano, como si no quisiera soltarme, observaba su pelo negro, desde el otro lado de la vida, pero a su lado. Intentaba mover los labios, intentaba decirle que no llorase. No sabía su nombre, pero tampoco sabía cual era el mío. Había oído nombres, muchos, pero estaba perdido. Recordaba palabras sueltas, disparos, llantos, discusiones. Recordaba como aquella chica me cuidaba día y noche, y yo, no podía agradecérselo, porque no era consciente de mi cuerpo, no podía moverme. Intentaba mover los dedos cuando me cogía la mano, pero, lo que más quería hacer, era sonreír. No sé si lo había conseguido, pero todo mi ser se había esforzado para regalar una pequeña sonrisa al mundo. Que como parecía desde mi punto de vista, yo era el mundo de esa chica..»
En esa misma habitación..
Seguía cogida de su mano, mientras se resistía a que la enfermera la sacase de la habitación, pero por fin, cedió  No le quedaba otra, tenía que comer, vivir, ver el Sol. No podía estar encerrada siempre con Josh en la habitación.
Luego, al oír sus llantos por el pasillo, suplicando que no se la llevasen, desvanecieron en un suspiro y nos quedamos los tres en el cuarto, bueno, Josh también. Había tensión, tanta que Alice se separó de mi y se aproximó a Josh. Charlie me ofreció la mano y acepté. 
Entendí un «Cuídala.» salido de sus labios. ¿A quién se refería? ¿A Andy, Alice? Me limité asentir, sin saber a que se debía.—Hola Josh,—dijo Alice.—Te estás dejando barba, ¿verdad?—río, con una triste sonrisa en la cara, actuando como si hubiera aceptado su pérdida, pero no, nadie la había aceptado, quién nos iba a engañar.
Miraba su figura, su increíble figura, que me perdía en ella cada vez que la veía. 
Charlie rió chistoso, acercándose a ella, y rodeando su cintura con las manos. Apoyó su barbilla en sus hombros, mientras notaba su respiración en su cuello. Y bueno, yo estaba ahí. Observando cada detalle. Cada detalle que me mataba por dentro, haciendo un agujero en el pecho.
Nadie decidió hablar de nada, no decir ninguna palabra mientras Alice abrazaba a Charlie. Todo parecía ser normal, pero no lo era. Las cosas habían cambiado. Sonó su móvil.
—Claro.—dijo al coger el móvil, sin saludar.—¿Pero es verdad?—volvió a decir. Miré a Alice.—De acuerdo, voy para allá.
—¿Qué ocurre?—puso su dedo en los labios.
—Luego, a la noche, nos vemos cariño. Me tengo que ir.—Posó sus labios en los suyos y se marchó sin dar ninguna explicación, dejando las dudas, la tensión y la curiosidad en el aire.
—Otra vez.—suspiró y me sonrió mientras se apoyaba en la pared.—Se volvió a ir por causas desconocidas, que yo nunca sabré.—rió molesta.—¿Tú sabes algo?—preguntó.
—No..no.—dije, mirando sus ojos. Azul mar, azul cielo. Ese precioso azul. Siempre me pregunté por qué seguían juntos, después de estos dos meses pasando casa segundo conmigo, mientras Charlie estaba fuera. Para mi fueron especiales. Pero nunca sabré que significaron para ella.—Pero no te preocupes.—y defendía a Charlie, en el fondo le quería como a un hermano.—No te está engañando.—no lo sabía con seguridad.—Para él eres su vida.—volví a decir lo qué sentía cambiando mi nombre.—Para él eres la voz que anima sus días.
—Pero..—me acerqué, la aferré a mi cuerpo, dejando mi cabeza en la suya.
—Te quiere, no plantees más preguntas.—supliqué. Aprecié como sus latidos se aceleraban a la misma velocidad que los míos, llegando a tal punto que los dos se unieron en uno solo. Podría besarle, se negaría, pero así me liberaría de ese peso en el cuerpo, de como sería al poder rozar sus labios. Apoyó su frente en mi frente, mirando mis ojos con el más profundo dolor. ¿Sería por Josh, por Charlie, por mi? Me dejé de preguntas y respiré lo mínimo, para no perder detalles de como parpadeaba, de como la curva se su sonrisa de elevaba iluminando su rostro, seguido al mío. 
Nuestro beso podría haberse quedado en el olvido después de haberla dicho por una vez más que la amaba. Choqué su nariz con la mía y respiré su mismo aire, mientras posaba mis labios en los suyos. Agarré su cuello con una de mis manos, mientras ella pasaba las suyas por mi pelo.
Todo saldría perfecto sino fuera porque entró la policía en la habitación. Buscando a un futuro detenido. Que había huido sin dar explicaciones apenas hace unos minutos. Que había dejado al amor de su vida en una habitación del hospital. Sin dar pistas de dónde estaría y con quién. Sin saber qué había hecho y por qué le iban a encerrar o reclutar. Llamado Charlie Blair.