sábado, 31 de marzo de 2012

~Capítulo siete.

No valía la pena pensar, ni plantearse la opción de huir, no había opciones, tampoco soluciones. No había nada. Cada vez tenía menos ganas de vivir, de seguir con los pies en la Tierra. Pasaba con cuidado cada página, intentado fijarme en todos los detalles de las fotos de familia. Parecíamos felices, lo éramos. Que tiempos aquellos que no dejaba de sonreír, que vivía día a día como si fuera el último y sin querer que se acabaran. Y ahora, lo único que quiero es que llegue la noche, para que la oscuridad inunde cada rincón, para poder lamentarme por mis errores, por mis enfados tontos, por todo.
—Alice, ¿que miras?—Dijo una voz al fondo de la habitación.
Miré y vi a la cocinera, era ella lo más parecido a una persona en esta casa.
—Fotos, pero, ya me voy.
Me levanté y dejé el álbum guardado en lo más alto de una estantería. Me estiré la camiseta que llevaba y me calcé unas zapatillas.
—Lo siento, no quería molestarte.
Oí de fondo al irme, la mujer solo querría hablar conmigo, se imaginaría porque estaba pasando y solo querría ayudarme, pero yo no quería ayuda, quería pasarlo sola. Salí dando portazos al cerrar las puertas, quería que mi padre supiera que me iba pero sin decírselo. Caminé por el barrio antiguo sin darme cuenta, hasta que vi a un chaval familiar.
—Hola.
Me dijo él sonriendo, moreno y de ojos azules.
—¿Eres amigo de Charlie verdad?
Frunció el ceño y alzó los hombros. No sabía inglés, había oído palabras noruegas, pero apenas sabía formar una frase, así que lo intenté por gestos. Empecé a describir a Charlie como podía, pero a medida que lo hacía me ponía más colorada, toda mi sangre iba a mis mejillas y mi corazón se aceleraba. Él chico a mi respuestas se rió y me cogió de la mano y empezó a guiarme.
—¿A dónde vamos?
—¿Charlie?—Me dijo él con un poco de dificultad.—Vamos con Charlie, ¿no?
Intentaba hablarle, pero no sabía nada. Entramos por un callejón, bastante descuidado y con alguna caja tirada, pero yo iba igual de firme. Dio unos golpes en una puerta, hasta que un hombre gritó al otro lado y él respondió.. y yo sin saber que decían, todo lo hablaban en noruego. Un hombre de casi dos metros y calvo abrió la puerta y me sonrió.
—¿Vienes a por Charlie verdad?
Su perfecto inglés me sorprendió. Hablaba mejor que mi madre, que aveces decía palabras francesas.
—Sí, sí.—Dije mientras asentía.
Alzó su mano y me ofreció pasar. Por los pasillos veía a muchos chicos tirados y hablando a gritos mientras bebían y se reían. Parecían felices, me hubiera gustado experimentar esa sensación.
—Es esta la última puerta, yo te dejo aquí que muchos se están descontrolando y me dejan las habitaciones como pocilgas, ¿vale pequeña?
Su físico y su aspecto aterraba, pero su forma de ser era distinta. Caminé con  cuidado, sin pisar manos o cualquier cosa que había por él suelo. Muchos chicos me gritaron, ofreciéndome bebida o señalándome una cama, preferí ignorarles y seguir caminando.
—¿Se puede?—Dije mientras golpeaba con mis nudillos la puerta.
-Prefería que no me molestasen, no quiero tener mañana resaca.
Me mordí el labio inferior y pasé aunque él no quisiese.
—Charlie.—Dije al cuello de mi camisa.
Se dio la vuelta y se sorprendió.
—¿Alice? ¿Qué haces aquí?
—Pues, me apetecía verte, y como no sabía donde vivías.. pues, me he encontrado a un amigo tuyo y me ha traído aquí.
—Esto es muy peligroso, debes de irte.-Se levantó y dejó lo que tenía en las manos en un rincón mientras me volvía a acompañar hacia la puerta. La cerré con el pie y me apoyé en ella.
—No me voy a ir.
Sonrió y resopló hacia arriba haciendo que se moviera el pelo.
—Es muy peligroso que estés aquí, ¿te han dicho algo los chicos?
—¿Peligroso? Pero si tú estás aquí.
—Ya, pero yo siempre he vivido aquí, me conocen, a ti no, y los chicos cuando una chica pasa por estos lugares solo significa una cosa.
Pensé unos instantes, bueno, rectifico, hice que pensaba en unos instantes, su preciosa sonrisa y sus ojos verdes hacían que no estuviera en este mundo, hacía que por unos instantes no tuviera otra cosa que hacer que observarlos.
—¿Alice?—Dijo mientras ponía la mano en la puerta, y acercaba su rostro al mío.-¿Estás ahí?
Le miré y me acerqué a él también, casi respirábamos el mismo aire, se podía decir que era lo más cerca que había estado de la felicidad.
—¿Creen que soy una prostituta entonces?—Dije para romper el hielo.
—Más o menos..
Rechisté y asentí como una tonta.
—¡Oh sí Charlie, dame más!—Dije mientras daba golpes a la puerta.
Por un momento todo el ruido de fuera se esfumó dejándome a mi y a mis gritos sola. Pero rápidamente él puso su mano en mis labios.
—Calla, que no quiero que piensen eso de mi.—Miró rápidamente a los lados mientras esbozaba varias sonrisas.
—¿Entonces que quieres que piensen?—Dije mientras liberaba poco a poco su mano de mi boca.
—No sé, pero, soy él único que no trae prostitutas, no quiero que se me vaya la reputación.
—Mm, entonces tienes reputación.—Caminé viendo que tenía por su cuarto, una televisión pequeña, varias estanterías donde había libros y partituras, y al fondo una guitarra.
—Sí, tengo.
Al ver que estaba viendo sus cosas él se sentó en la cama, mirando cada movimiento que hacía. Sentía un cosquilleo en la tripa acompañado de alguna sonrisa. Encontré un marco con una foto desgastada. Vieja, pero en ella se veía una familia. Me giré y vi que se había tumbado completamente.
—¿Es tu familia?—Dije mientras me acercaba a él.
—Era, yo ya no tengo familia.
—Bueno..
—Mi única familia es la gente que hay fuera, si se le puede llamar así.
—A mi también me tienes.-Me senté a su lado y le miré con cierta curiosidad.
—Y qué..¿quieres ser mi hermana no?
Se incorporó y se revolvió el pelo mientras sonreía. Querría ser algo más que eso. Al pensarlo me mordí el labio y parpadeé más de lo normal. Me llevé los dedos a la boca, mientras no decía ninguna palabra.
—Alice, ¿que quieres ser en mi vida?
Miré ese verde intenso y aunque intentara decir cosas ninguna palabra era capaz de salir de mis labios. Él se volvió a tumbar, esperando una respuesta que yo no le iba a dar, ya que todas las vías del cerebro se habían colapsado por las del corazón.
—Eh, pues.—Apenas decía monosílabos, y cuando por fin pude formular una frase unos gritos rompieron ese silencio.
—¡Charlie comparte a esa chica, hagamos una buena!
Alcé un par de sonrisas mientras liberaba alguna carcajada. Él se ponía colorado y decidió ignorarle.
—Si le hablamos querrá hacerlo, y no creo que tú quieras.
—No, yo no quiero.—Dije mientras ladeaba la cabeza de un lado a otro mientras me negaba.—Pero a lo mejor otro día..
Su cara fue épica, pero se dio cuenta de que no lo decía enserio.
—Joder, ya estaba pensando que querrías.
Alcé la mirada y vi que él chico seguía ahí dando golpes.
—¿Se va a rendir?
—No creo, pero da igual, a mi no me molesta.
Pasé mi mano por su rostro hasta llegar a su pelo, le miraba sin saber por qué, yo no controlaba esos movimientos, ni esas sensaciones ni pensamientos. Se volvió a incorporar y pasó su mano hasta llegar a mi cuello. Cerraba los ojos varias veces, pero siempre los volvía a abrir, viendo como poco a poco se aproximaba a mis labios, se los humedecía con la lengua hasta que nuestras narices se rozaban, y lo único que salió de sus labios fue que esto no lo hacían los hermanos.

jueves, 29 de marzo de 2012

~Capítulo seis.

Le miraba con desprecio, aunque él no se daba cuenta. Yo en una punta y él en otra, comiendo, no tenía opción, llevaba dos días sin ver su rostro, sin estar en la misma habitación.. y ya era hora de estar en la mismo lugar y establecer un tipo de conversación.
—Esta muy rica la comida.
Se llevó un trozo de carne a la boca, mientras sonreía, hace mucho que no le veía sonreír, no me gustaría saber que estaba pensando. Asentí con una leve sonrisa y luego bajé la mirada al plato. No sabía que estaba comiendo, había contratado a un nuevo cocinero y.. parecía que hacía experimentos con nosotros.
—¿Que tal en el instituto? ¿Son muy duras las clases?
Las clases, me hacía gracia la palabra, hace una semana que no las pisaba, parecía que nadie se daba cuenta y no preguntaron por mi.
—Sí, bueno..—Mastiqué y tragué lo que me pusieron en el plato.- son normales, ya sabes, lo de siempre.
—Ajá.
Volvió a asentir, parecía contento al oírme hablar, seguramente pensaría que no lo volvería hacer, pero no me quedaba otra, toda mi familia estaba en Francia y no podía irme de aquí, aunque día, minuto y segundo lo deseara.
—¿Y Renee?
En esos momentos estaba bebiendo agua e hizo que me atragantara del asombro, desde la muerte de mi madre Renee no pisó la casa, ya que acusaron a sus padres de que mi madre muriera, aunque no tuvieron nada que ver.
—Pues.. bien, estudiando.
Fue lo primero que se me pasó por la cabeza, estos días aunque no fuera al instituto tampoco estaba con Renee, me pasé días y días yendo al cementerio, ya que aún no me creía que mi madre estuviera bajo tierra. El remordimiento y el dolor me comía y lo único que se me ocurría era ir.
—¿Me puedo ir ya?—Le dije mientras me levantaba y sonreía falsamente.
Afirmó con la mirada y dejó que me marchara. Fui al baño y me miré también con desprecio, todavía no asimilaba lo que me había hecho mi padre, desabroché unos cuantos botones de la camisa que llevaba, dejando al aire moretones por el pecho y los brazos. Rápidamente me volví a tapar, recordar esa noche no era lo que mejor debía hacer en estos momentos.
Oí unos golpes en la puerta.
—Señorita Flint, hay alguien en la puerta.
Miré al mayordomo desde el espejo y le sonreí con la intención de que supiese que me había enterado. Me recogí el pelo con una horquilla y salí del baño sin hacer ruido. Fui caminando descalza hasta la puerta, y pude ver a lo lejos a un chico con traje, me asomé a la puerta y le miré.
—¿Quién eres?
La gomina de su pelo hizo que me sorprendiera, parecía que le había lamido una vaca.
—Me llamo William.
Encogí la nariz y pegué un grito a mi padre.
—Papá, es para ti.
Cuando estuve a punto de irme vi que el chico me cogía del brazo.
—Te busco a ti Alice.
Me volví y miré con cierta curiosidad al chico, no me sonaba, ni su rostro ni su voz. Estuve unos minutos mirándole fijamente a los ojos, dando un repaso a mis recuerdos para ver si él aparecía en alguno.. pero estaban demasiado borrosos, solo aparecían flashes con mi madre, momentos no muy agradables con mi padre, y la preciosa sonrisa de Charlie.
—No te conozco, lo siento.
Me giré y vi que una persona me interrumpía mi paso.
—¡Hombre William pensé que te pasarías esta tarde!
Parecía que las cosas encajaban, sería por algún negocio por el que ese chaval estaba aquí.. pero me seguía pareciendo extraño que supiera mi nombre. El chico asentió a las palabras de mi padre y se disculpó por haber llegado tan pronto.
—Esta es mi hija, pero parece que ya os habéis presentado.
Me dio un empujón para el lado del chico y yo sonreí inocentemente. Se sonrojó y yo decidi volver a mi anterior sitio.
—Papá yo me voy a dar una vuelta.—Giré el picaporte pero vi que me estaba mirando.—¿Ocurre algo?
—Este chico ha venido para conocerte, ¿y te vas así? ¿Crees que esos son modales Alice?
Respiré hondo y volví a cerrar la puerta, me introduje dentro del salón y me tiré desplomándome en el sofá. Mi vista fue hacia los dos, no sabía que se tramaban entre manos, veía que no sería algo bueno. Se sentaron cada uno en un sofá y yo decidí mirar al chico.
—Voy al grano Alice.—Dijo mi padre rompiendo el silencio.
Levanté las cejas y me dejé sorprender.
—Este chico es el mejor pretendiente que he encontrado, y creo que hacéis muy buena pareja.
Cada una de sus palabras pasaron por mi mente, pero por donde entraron salieron, me daba igual lo que me dijera, me daba exactamente igual.
—No.—Negué varias veces con la cabeza y volví a repetir una y otra vez la palabra hasta que me puse histérica.
—Me voy, papá, no vas a controlar mi vida, que lo sepas.—Me levanté pidiendo disculpas al chico con una mirada, igualmente no le habría gustado.
—Alice, tranquila.
No quise oír sus palabras y seguí con la vista en la puerta. Helada, de esa forma me dejaba ese hombre, ser, o cosa que le hacía llamar padre.
—Sé quién es Charlie, y no creo que quieras que le pase nada ¿verdad?
Por un momento sentí que el corazón se me encogía, que dejaba de latir y que se me llegaron a entaponar las venas, sentí que el cabrón de mi padre sabía cual eran mis puntos débiles, sabía que sentía algo por ese chico pelirrojo que me encontré en el funeral de mi madre.. me volví para ver su rostro, que después de todo lo que me había hecho mostraba felicidad.

viernes, 16 de marzo de 2012

~Capítulo cinco.

¿Quién puso todas las normas? ¿Quién dijo que lo perfecto tenía que ser así? Escribía con delicadeza en un pequeño blog de notas, donde dibujaba y apuntaba frases que me gustaría recordar en un futuro, momentos, sensaciones. Recibí un pequeño golpe en la cabeza que hizo que me diera la vuelta. La miré extrañada y fruncí el ceño.
—¿Te han dejado pasar?
Miraba a Renee mientras me incorporaba sentándome en mi cama y le dejaba hueco.
—Es fácil colarse por el jardín...
—Avisaré de que lo cierren mejor—Dije sonriendo.
—¿No quieres que venga?
—Claro que sí, pero.. quiero que entres por la puerta.
—Ya sabes que aquí no soy bien recibida.
Bajé la mirada e intenté esconder el blog de notas entre mis piernas para que ella no lo viera, aunque no fue muy cantoso se dio cuenta.
—¿Qué.. es eso? ¿Por qué me lo escondes?
Mi miró curiosa y yo intenté no reírme y mantenía la compostura.
—Nada, el instituto..
—Conmigo no cuela, hoy no has ido.
Me mordí el labio y esbocé una sonrisa mientras pensaba que no podía ser más torpe.
—No quería ir..
—Tampoco has estado aquí.
Levanté una ceja mientras un millón de preguntas pasaban por mi cabeza, ¿me había espiado?
—Es..
—Verdad, sé eso, pero no sé donde habrás estado.
—Pues la verdad es que..
Posó su mano en mi pierna mientras su rostro expresaba tristeza.
¿Has ido al cementerio?
Dos ideas pasaron por mi cabeza como dos bombas, podría contarle lo de Charlie, o podía no hacerlo. Podía mentirle y que sí, había ido a ver a mi madre.
—Pues la verdad es que..
—Tampoco has ido, enserio, me tienes intrigada. Haber, enséñame lo que intentas ocultarme.
Miré para los lados y vi la ventana abierta, respiré y empecé a reírme, mi risa era contagiosa y no tardé mucho en hacerla reír a ella.
—Alice, no enserio, enséñamelo.-Dijo mientras alargaba la mano y la ponía entre mis piernas.
—Renee, enserio, sabes que lo nuestro no puede ser.
Su reacción fue tan épica que me reía como si fueran los últimos suspiros que iba a dar. Pero tuve un pequeño despiste y ella lo aprovechó arrebatándome la libreta de las manos. Vi como pasaba cada hoja con cuidado mientras ponía caras extrañas y se reía.
—¿Qué es exactamente lo que escribes?-Dijo mientras se acercaba más la libreta al rostro.
—Frases, dibujos, un poco de todo.
—¿Te lo inventas todo tú?
—No todo no.. pero algunas, la mayoría si.Dije mientras me estiraba y bostezaba, aún tenía sueño.
—Uy, pues me gusta tu imaginación.
Vi que subía una ceja y sonreía tontamente. Me miró y giró el cuaderno para enseñarme que observaba. Toda mi sangre fue directamente a las mejillas, haciendo que me pusiera colorada, había dibujado a Charlie, bueno.. una vez no, sino unas cinco o seis veces, al pasar la mañana con él se me quedó su rostro grabado en mi memoria y quise plasmarlo en algo.. y que mejor forma que hacerlo en papel.
—Muy bonito, ¿dibujo bien verdad?Dije mientras me echaba flores a mi misma.
—Que tonta eres, enserio, ¿quién es? ¿Te lo has inventado?
Inventármelo.. aveces dudaba que si ese chico podría ser fruto de mi imaginación, había aparecido de la nada y había entrado en mi vida casi formando un todo.
—No me lo he inventado, ese chico existe.
—¿Otro amor platónico pequeña?
Bajé la mirada e intenté no volver a subirla, pero no pude.
No es platónico, somos amigos.
—Pero tú te dedicas a dibujarle una.. dos.. —Pasó página por página observando las veces que plasmé su sonrisa y su pelo.- siete.. ocho.. nueve, Alice, mira que te aburres.
—No lo entiendes.
Le quité bruscamente la libreta de las manos mientras la guardaba en una cajón y me miraba en el espejo, haciendo como si ella no estuviera.
—No quiero que sufras solamente, ya sabes las experiencias que has tenido..
Me giré por unos segundos mientras la miraba fijamente a los ojos, por desgracia mi mejor amiga era preciosa, y todo chico que me llegó a gustar siempre a él le gustaba la amiga de los ojos bonitos, que para todos ellos, solo era eso.
—¿Crees que le vas a gustar?—Le dije mientras me sentaba en el borde de la ventana.
—No le conozco, no creo, además es tuyo.
—Ya.. siempre me dices eso..
Me balanceé varias veces en la ventana, mientras miraba la zona antigua de la ciudad, donde recordaba cada minuto que había pasado allí.
—Alice, tú nunca me dices quién te gusta, y si no me lo dices, ¿como quieres que lo sepa?
—Pues se nota Alice, puede que no te diga, me gusta ese, pero hablarte de él, ponerme nerviosa.. pero nunca te das cuenta.
Vi que se quedaba callada y que ninguna palabra producía su garganta aunque ella moviera los labios. Miré el reloj y vi que era tarde.
—Te tienes que ir, dentro de poco vendrá mi padre.. y ya sabes.
Vi como poco a poco cogía la mochila y se despedía tristemente con la mano a lo lejos, yo me quedé unos minutos mirando la ventana, hasta que la vi a ella alejarse con la moto. Me introduje y bajé la persiana apenas haciendo ruido, me acerqué a la cómoda y volví a sacar el libro, ella tenía razón, sería otro cuelgue sin sentido, que no tendría futuro, pero estaba equivocada. Salí descalza de mi cuarto mientras encestaba tirando la libreta en la papelera.

lunes, 12 de marzo de 2012

~Capítulo cuatro.

Miraba ese verde intenso como sino tuviera otra oportunidad de observarlos. Él no se daba cuenta, todavía quería asimilar lo que le había contado, no se lo esperaba, la verdad, yo nunca me lo llegué a imaginar.
—¿Estás bien?
Puse mi mano en su pierna mientras intentaba que dejara de mirar al suelo.
—Sí si, es que me ha pillado..—Me dijo nervioso, tenía la sensación de que el también lo había vivido.
—Bastante duro ¿verdad?
—Pensé que sería tu novio o algo.
Novio, para mis padres esa palabra no debía estar en su vocabulario, nunca quiso que me acercara al sexo contrario y menos que tuviera una relación.
—No sé que es peor..
—Yo tampoco lo sé.
Los dos resoplamos como si fuésemos un compás y sonreímos.
—Pero la verdad, no tengo novio.
Me miró un poco extrañado y subió una ceja mientras yo observaba a sus amigos desde lejos.
—¿Te gusta alguno de mis amigos?-Dijo mientras se volvía y me miraba sonriendo.
No pude evitar ponerme colorada, aunque no me fije en ninguno.
—No.. no son de mi estilo—Dije mientras tosía y reía.
—Claro, lo tuyo son los que llevan corbata y viven de lujo, los de la calle no te gustarán.—Me dijo mientras me hacía burla.
Al oír eso de inmediato me puse más roja y noté que me empezaban a sudar las manos, observé otra vez a sus amigos, no estaban mal.. pero, ¿amor a primera vista? Eso no existía.
—¿Crees que es eso?—Solté mientras elevaba un poco la mano.
—No me pegues, por favor, que te rompes una uña.Soltó mientras me volvía a imitar.
No pude controlarme y una sonrisa tonta ocupó mi rostro mientras esbozaba unas carcajadas.
—Nosotros no somos así..
—A lo mejor tú, pero yo he conocido a muchos y me han dado esa impresión.
—Estás equivocado..
Alcé la vista y observé una matrimonio feliz, dos hijos y un padre que quería a la madre, no pude evitar ponerme triste, a lo mejor con este chico desconectaba por unos minutos, pero era imposible no recordarlo. Noté que una pequeña lágrima recorría mis pómulos y Charlie me vio.
—No llores Alice, lo que hace tu padre.. ya verás, todo se devuelve.
—No, no es mi padre.—Pasé la manga de mi chaqueta por mi cara intentando quitarme las lágrimas.
—¿Entonces?
—Mi madre..
—¿También te pega?
—Falleció hace unos días.—Dije mientras mi vista se nublaba.
Los dos estuvimos manteniendo un silencio bastante seco y cargado, ninguno supimos que decir hasta que él se acercó y me rodeo con sus brazos. Oí alguna risa al fondo, intenté diferenciar esa silueta borrosa y pude observar que eran sus amigos.
—Lo siento, enserio..
Me mordí el labio inferior y le mostré una triste sonrisa.
—Todo se supera.
Él también sonrió y se dio la vuelta mientras decía cosas a sus amigos en noruego. Por lo poco que había oído de ese idioma me pareció que les insultaba.
—Déjales, tienen envidia.
—¿De qué?
—De mi.—Dijo mientras jugaba con su pelo.—¿No ves que soy perfecto?—Volvió a decir con ironía.
Le miré de arriba y abajo y sí, era perfecto.
—Bueno.. tienes tus defectos.—Dije mientras me cubría y me reía.
—Tú no los tienes.
Por unos segundos no parpadeé y asimilé cada una de sus palabras.
—Si que tengo, solo que no los conoces..—Dije mientras quitaba un mechón que cruzaba mi rostro.
—Me gustaría conocerlos.
No supe que responder y intenté alcanzar mi mochila para intentar cambiar de tema, no la alcancé y me la acerco él.
—No me has respondido—Dijo mientras posaba mi mochila entre sus piernas.
—¿Era una pregunta o una afirmación?
Se apoyó en su barbilla e hizo que pensaba.
—Cierto, entonces te pregunto, ¿me darás la oportunidad de conocerte más?
—Bueno...
—... si insistes.-Terminó mi frase.
—Yo no he dicho eso.
—Pero lo piensas.
Pensar, aún pensaba que hacía ahí, que tenía ese chico que estaba tan absorbida entre sus palabras y suspiros, todavía no lo entendía.
—¿Te gusto verdad?-Dijo mientras alzó una sonrisa de oreja a oreja.
Me quedé sorprendida y tal perpleja que no supe que responder.
—Tranquila, es broma, no te me alteres.
Alcé mi mano y fue hacia su hombro mientras le propinaba un golpe.
—¡Ay!—Dijo sobresaltando.
—¿Te hice daño?
Me acerqué a él y me acerqué a donde le di, nunca había tenido fuerza para defenderme y menos para dar un golpe. Me sentía mal, solo había sido una broma, aveces era muy borrica. Su pelo le tapaban los ojos, hasta que se empezó a reír e intentaba hablar, pero su risa no se lo permitía.
—Que poca fuerza tienes.—Dijo entre carcajadas—¡Mi abuela tienes más fuerza!
Me crucé de brazos y me incorporé mientras cogía mi mochila y empezaba a caminar, me introduje en un bar y oí una pequeña música de fondo, pude reconocer que era Hey there Delilah.
—Dont yoy worry about the distantece.. Empecé a canturrear hasta que vi que alguien también lo hacía conmigo.
I'm right there if you get lonely, give this song another listen.. 
Close your eyes..—Dije mientras me daba la vuelta para verle, me había seguido, abandonado a sus amigos e ido detrás de mi, vi que se sentaba conmigo al lado de la barra, y me sonreía sin ningún por qué, yo también lo hacía, me gustaba aunque no supiera la razón.

domingo, 11 de marzo de 2012

~Capítulo tres.

Me aproximé a la única luz que había en mi habitación y me miré en el reflejo de la ventana, cubriendo parte de mi cuerpo con las sábanas y intentando ignorar diversos moratones que tenía por el pecho. Ya era lunes y tenía que ir al instituto aunque mis ganas fueran nulas. Me vestí rápido y decidí no desayunar, no quería ver a mi padre después de lo ocurrido, que seguramente os lo imaginaréis.
—Señorita, ¿no quiere llevarse nada?
Cogí de refilón la mochila y me la llevé a la espalda mientras salía corriendo de la casa, ignoré a la mujer que cocinaba y empecé cantar intentado disimular mi ida. En la esquina me encontré a gente de mi instituto, que me miró de tal forma que volví a recordar lo de mi madre, me tratarían con pena y me lo recordarían a todas horas, lo único que harían sería bajarme más la moral.
—Alice ¡todos estamos contigo!
Oí de fondo, yo respondí con una sonrisa falsa y seguí caminando. Me metí por un barrio que nunca me pise, la verdad, nunca lo había visitado y era bastante antiguo, por no decir pobre. Me resultaba agradable caminar por esos barrios aunque toda la gente me miraba extrañada por las pintas de ''niña pija'' que tenía y parecían no aceptarme.
—Tú guapa, ven aquí.
Miré al lado y un grupo de chicos me llamo, yo seguí caminando hasta que alguien me cogió del brazo, e intenté correr sin mirar a la persona a la cara.
—¡Suéltame!
Me resistí hasta que sentí que me ponía la mano en la cintura, agarrándome suavemente, ¿sería un violador educado?
—Alice, tranquila.
Me quité los pelos que me había puesto en la cara e intenté diferenciar a la persona que me agarró.
—¿Charlie?—Dije mientras dejaba de hacer presión y me sorprendía al verle.
—Eran mis amigos, déjales, no es muy habitual ver chicas tan..pues.
—Sí, como yo, ricas.—Dije un poco molesta, yo era normal.
—Claro, claro.
Los dos sonreímos. Y vi que los chicos que antes me llamaron empezaban a señalarlos y a gritar cosas a Charlie, que no llegaba a entender.
—¿Que te dicen?—Dije mientras me apoyaba en una farola, tirando la mochila al suelo.
—Hablan en noruego, todavía no se han acostumbrado al inglés.
—¿Eres noruego?
—Mis padres, yo nací aquí.
Los dos bajamos la mirada, yo no nací en Irlanda, yo nací en Francia, mi madre era francesa y mi padre irlandés, mi madre quiso que naciera en sus tierras y así fue.
—Yo soy francesa.
—Que pija.—Dijo con tono sarcástico.
Observé que me estaba mirando los pechos descaradamente. Y me sentó bastante mal, miré el reloj y vi que ya llegaba tarde. Le miré mal y mi expresión fue épica.
—No es lo que crees..
—Me estabas mirando el escote.
Cogí la mochila y empecé a caminar, pero sentí que me volvían a agarrar.
Tienes moratones.
Me quedé en blanco por unos instantes. No me di la vuelta por miedo. Pero.. ¿que estaba haciendo? No conocía de nada a ese chico, pero algo, había algo que me unía con él.
Anda, ven, ya irás luego a las clases.
Le hice caso y terminé por sentarme en el suelo mientras tiraba la mochila contra la pared y clavaba mi mirada en la suya.
No te conozco de nada, no sé que hago aquí.—Dije mientras me sentaba intentando no mancharme, él esbozó unas carcajadas y yo elevé una triste sonrisa.
—Eso yo también me lo pregunto yo, pero me has hecho caso, por algo será.
Tenía razón, a nadie le conté lo que me hacía mi padre a raíz de sus enfados con el mundo, a raíz de que le salieran las cosas mal.. todo lo pagaba conmigo, antes, cuando estaba mi madre se controlaba, pero ahora que no estaba, solo me esperaba un futuro bastante oscuro.
—Haber, ¿te has peleado con tus amigas?
A su pregunta reí chistosa, aunque él lo decía muy enserio.
—¿No me vas a responder?—Dijo mientras se acomodaba a mi lado y se apartaba el pelo.
—No es tu asunto..
—Cierto, pero vamos, si quieres puedes irte, he podido observar que no sabes donde estás y no sabes ni volver, así que tu sigue caminando, pero ten cuidado, pueden robarte, o incluso cosas peores.—Dijo más serio de lo que os podéis imaginar.
—Pero tengo el móvil.—Eso fue lo único que supe decir, mientras me ponía de cuclillas y me aproximaba a la mochila, intenté buscar el móvil, pero no estaba.—Mierda..—Susurré.
—¿Que ocurre? ¿No encuentras esto?
Miré para atrás y vi que estaba en sus manos, mientras en su rostro había una sonrisa pícara.
—¿Cómo.. —No pude terminar la frase, estuvo todo el tiempo a mi lado, ¿como me lo había cogido?
—Eres demasiado inocente..
—¿Cómo lo has hecho?—Dije mientras me quedaba perpleja a su lado.
Soy delincuente, recuerda..
Su expresión no era normal, estaba triste, como si él no quisiera actuar así.
—Bueno, pues dámelo, que me voy.
—A no, te lo he robado, ya es mío.
Abrí los ojos más de lo normal, dejando que mis ojos azules miraran a los suyos verdes.
—Charlie, dámelo.—Dije más lento y con una expresión de enfadada, aunque no me duró mucho ya que volví a sonreír.
—Te lo doy si te quedas.
—No, me tengo que ir al instituto.
—Pero.. ¡que manía! Ahí no te enseñan nada de la vida, en la calle aprendes más cosas.
—¿Como hacerte un porro verdad?
Ambos sonreímos y el bajo la mirada.
—Yo no fumo, mi única droga es la música.
Me pareció bastante maduro lo que dijo y decidí quedarme, la verdad, podía faltar una semana por lo de mi madre, y mi padre ni nadie se tendría que enterar. Se acercó al grupo de chicos de antes y de él sacó una funda de un instrumento, yo sentada en indio me hacía diversas preguntas que nunca me había planteado.
—¿Quieres que te toque algo?Dijo mientras abría la cremallera.
Yo lo interpreté mal y me empecé a reír, él no sabía de que se trataba esa espontánea risa, pero parecía que le gustaba verme así.
—Lo siento, que le saco todo el doble sentido..—Dije mientras me quitaba alguna lágrima que se deslizaba por mis mejillas. Él levantó las cejas y abrió la boca mientras se empezaba a reír también.
—Yo pensaba que las señoritas eráis más educadas..
—¡Ay! No me llames señorita, estoy harta, llámame Ali, o Alice.
—Vale, Alice.—Soltó sonriendo mientras se ponía la guitarra entre las piernas y empezaba a tocar unos acordes.
—Tocas bastante bien, ¿fuiste a una escuela?—Dije mientras quise tocar el mástil aunque el me miró mal y aparte mis manos mientras me reía.
—Mi escuela es la calle, he aprendido a lo largo de la vida.
Esto, era lo que necesitaba en la vida, conocer a alguien que no era como yo, que era exactamente lo contrario.
—¿Y tú? ¿Tocas algo?-Dijo rompiendo el silencio que formo mientras tocaba y yo estaba en las nubes.
—El piano.—Respondí mientras movía el morro y balanceaba la cabeza.
—Me tendrás que enseñar.
—Cuando quieras.
Puede que no se notase, o puede que sí, pero ese cuando quieras significaba que le volvería a ver, y eso me hacía más o menos feliz.
—Ahora quiero que me cuentes que te pasa.
—¿Pasarme? ¿A mí?
—Sí, tus moratos, esas cosas.
—Ah.. bueno.. me caí.
—Sí, ¿cuantas veces? ¿Diez veces por las escaleras? Vamos, es lo más común.—Dijo mientras seguía tocando la guitarra.
—Bueno..
—¿Era el hombre ese?
Miré para los lados pensando que señalaba a alguien.
—¿Quién?
—El del funeral.
Mi cara se convirtió en hielo y respiré más de lo normal, haciendo que me alterara. El lo notó y dejó de tocar la guitarra bruscamente.
—Di en el clavo, ¿verdad?
Dio más que en el clavo, dio en la herida que poco a poco me iba abriendo mi padre cada día, cada minuto, cada segundo que pasaba a su lado.

~Capítulo dos.

La espera fue demasiado larga, varios coches se pararon para recogerme, e incluso algunos me confundieron con una prostituta, como estaba el mundo en estos momentos. En mi soledad, con la esperanza de que mi padre volviera y viera que había cometido un error en dejarme tirada recordé al chico que conocí, era distinto a los demás, la verdad.. no había conocido a muchos chicos, pero no era como yo me imaginaba.
—Eh, ¿te llevo?
Alcé la vista y vi como una chica me hablaba. Rubia y con pequeños mechones morenos, ahí estaba, mi mejor amiga Renee, que después de la llamada que dejé decidió recogerme. Sonreí apenas unos segundos, aunque recordando el momento del funeral deje de hacerlo.
—Venga Alice.
Me incorporé y cogí el casco que me lanzó con fuerza. Me lo puse e intenté no despeinarme mucho, me recogí el vestido y me hice un pequeño nudo al lado para que cuando montara en la moto no se enganchara. Me subí con cuidado y rodeé su cintura con mis manos, dejando mi cabeza caer en su hombro.
—¿Enserio te ha dejado tirada?Dijo mientras intentaba arrancar.
Sí.. me ha dicho que me bajara y ha arrancado dejándome aquí.
Cuando ya lo consiguió fuimos vuelta a casa, atravesamos caminos y no hubo mucha conversación, sobretodo porque yo seguía pensando en mi madre.
—¿Y tú que tal estás?—Dije mientras miraba para atrás y la agarré más fuerte por miedo.
—Bien, me has pegado un susto, son las doce de la mañana.
—Ya sabes que el funeral era pronto..
Parpadeé varias veces y vi que ella no respondió, Renee no fue invitada al funeral porque mi padre no quería meter a gente que no eran amigos.
—Sabes que cuando quieras me tienes aquí Alice.
—Si ya sé que tengo a mucha gente, pero yo quiero tener a mi madre.
Miré al cielo, por mucho sol que hiciera para mi era un día oscuro y nublado, mi vida ya estaba cambiando desde estos instantes, mi madre no estaba, mi padre.. para mi tampoco tenía padre, puede que me comportara mal, pero.. ¿para dejarme tirada? ¿Y sin nada? Cerré los ojos y dejé que el aire ondease las hojas de los árboles y mientras yo intentaba mantener la compostura.
—Ya hemos llegado.
Miré mi casa, mejor dicho mansión, nunca pensé que tendría esto, la gente me miraba como si fuera algo importante, y yo era una más entre otros.
—¿Quieres pasar?—Dije acto seguido de bajarme con cuidado de la moto.
—No, ya sabes que después de lo ocurrido no seré bien vista..
—Bueno, todos sabemos que fue un accidente, no fue vuestra culpa.
—Todos dicen que si.
—Pues yo no lo digo.
Me acerqué a ella y la dejé el casco en las manos mientras le plantaba un beso en la mejilla. Cogí los tacones y los balanceaba en las manos, mientras andaba descalza por un camino de hierba recién cortada. Llegué a la puerta principal y como no tenía llaves tuve que llamar. Dos tres segundos hasta que el mayordomo me abrió.
—Buenas señorita Flint.
—Te he dicho millones de veces que me llames Alice.-Dije mientras pasaba dentro de la casa sin mirar a nadie, y observaba el recibidor donde delante había una grande escalera que daba a las habitaciones.
-Pero vuestra madre dijo que os llamase por vuestro apellido.-Dijo mientras se acercaba a mi y me cogía los zapatos.
—Ya no tengo madre.—Dije mientras le miraba con lágrimas en los ojos.
Dejé de discutir con el pobre hombre ya que no tenía la culpa de nada, solo me estaba desahogando y él era el primero que se cruzó en mi camino, seguramente no me cruzaría con mi padre en horas y si lo hacía no le daría la palabra. Vivir en una casa grande no tenía ventajas, apenas les veía, podía estar incluso horas desaparecida y nadie se daría cuenta, era como si no existiese, solo era una persona que hacía bulto en esa familia. Entré en mi cuarto y tiré las cosas al suelo, mientras me miraba en el espejo y me quitaba la ropa, dejando que mi pelo castaño y rizado se deslizara por mi espalda. Observé detenidamente mi habitación, no merecía tener nada de lo que tenía. Me tiré a la cama y cogí mi Ipod verde y me puse los cascos mientras escuchaba The one got away-Katy Perry. Hasta que vi una pequeña sombra que se dibujaba en la pared e hizo que me diera la vuelta. Sonreí con malicia, era mi padre sorprendido y decidí no prestarle mucha atención al hablar. Hasta que me los quité al ver que no se iba.
—Como has vuelto.—Fueron las primeras palabras que me dijo y yo solo supe sonreír mientras daba vueltas en el colchón.—Te he echo una pregunta.
Respiré y cerré los ojos mientras la música sonada de fondo.
—¿Que como he vuelto? ¿Después de que me dejaras tirada en medio de la nada?
—Sí, exacto, cómo.
—Pues volviendo papá, volviendo.—Dije con tono de sarcasmo.
—¡He dicho que cómo! ¿Es que estas idiota?—Dijo gritándome.
Ya estaba bastante acostumbrada a sus gritos, y lo único que tenía que hacer era asentir, ya que no había otra manera de que se calmase.
—He echo autostop.
—¿Qué?
—Que un desconocido me ha traído papá, ¿ya no sabes que es eso?
—Sí si..
—¿No querías saberlo? Pues así he vuelto a casa.
—Podrían haberte violado
—Matado, blá blá blá. Después de lo de mamá no tengo miedo.
—Pero yo me quedaría solo.
—Tú ya estás solo.
Creé un momento de tensión en el que veía que se le hinchaban las venas del cuello y se ponía rojo. Parte de mi cuerpo empezó a temblar y lo único que consumió ese silencio fue mi propio grito.

sábado, 10 de marzo de 2012

~Capítulo uno.

Podría decir que estaba bien, podría decir que era feliz y estaba en la cima de todo, podría decir que este era un día normal, corriente, sin nada que destacar, podría decir tantas cosas, pero ninguna sería verdad. Hoy ocho de octubre del dos mil trece me tuve que despedir de mi madre para siempre. El color negro me favorecía y me gustaba llevarlo, pero en estos momentos era lo que menos quería ver. Miraba todas las caras que me rodeaban, ninguna conocida, pero todos venían a mi lado para darme el pésame y decirme lo que había crecido, la mitad no se sabían mi nombre, era la chica que se quedó sin madre. Las veces que deseé que no estuviera con nosotros, que se callara y que me dejara en paz, las veces que la mandé a la mierda y que la gritaba, todas esas veces, podría hasta contarlas, pasaban por mi conciencia continuamente. Y ahora, lo único que deseaba en estos momentos es poderla haberla dicho que la quería.
—Alice.—Miré a mi padre, estaba triste como siempre, distante, como si ya no estuviera en este mundo.—Debemos ser fuertes.
Me cogió de la mano y sonrió forzudamente, yo hice lo mismo y vi como poco a poco la tumba se la tragaba el suelo, la música y algunos llantos se oían a lo lejos y yo lo único que quería era despertar, que lo ocurrido fuese un sueño y que ese mismo día estuviera con ella.
—Lo seremos..—Le dije mientras miraba al suelo.
Dirigí la mirada a mis primas, eran unas desagradecidas, estaban con el móvil en el funeral de su tía, sin respeto, sin expresar nada, como si no les importara.
—Un día..—Respiré hondo y me mordí el labio acabando la frase.—..comprenderán lo que es perder una madre.
Poco a poco ya no veía ni las flores, se las había llevado todo, vi como la gente empezaban acercarse, mientras yo me alejé y me cogí las faldas del vestido negro que llevaba, con el fin de irme, distanciarme de ahí. Me senté en un árbol mirando para los lados, todo lleno de tumbas, personas que lloraban, todo negro, oscuro. Miré para hacia un joven, que estaba quitando las cosas que había en algunas lápidas. Me sentí tan mal que decidí reincorporarme, y acercarme a decirle unas cuantas cosas. En el camino me iba tropezando, no sabía andar mucho con tacones, «con lo cómoda que habría ido con unas zapatillas.»
—Perdona, chico—Dije elevando un poco la voz.
Me ignoró y siguió a lo suyo. Vi que iba también de negro como yo, ¿y si estaba de luto y metía la pata? Bueno, ahora mismo me daba igual. Alargué la mano y le quité el gorro que tenía en el pelo, dejando a la vista una pequeña melena pelirroja, se dio la vuelta bruscamente y me quedé perpleja.
—¿No sabes meterte en tus asuntos, niña?—Me dijo.
Aunque sus palabras fueran duras y desagradecidas, me gustaron.
—Solo quería decirte..
—¿Qué? ¿Qué no robe?—Dijo mientras se acercaba a mi.
No sabía que decir y le miré a sus ojos, eran verdes, cerré bien los puños y crucé los brazos con signo de protección.
—No me hagas nada por favor—Dije susurrando mientras tapaba parte de mi cuerpo.
Cerré los ojos por un momento y oí unas carcajadas.
—No pensaba hacerte nada.
Abrí los brazos y elevé una pequeña sonrisa.
—¿Enserio?
—Claro, eres una niña rica, sería mal visto.
Balanceé varias veces la cabeza y extendí la mano para devolverle el gorro.
—Lo siento, pensaba que estabas quitando cosas que no eran tuyas.—Dije con tono de disculpa.
Hubo un silencio hasta que él extendió la suya y agarró la prenda que le quité.
—Y es lo que estaba haciendo.—Me dijo con tono alegre.
Su sonrisa era preciosa y su humor parecía que le acompañaba siempre. Yo mientras estaba en una pequeña nube mientras me hacía historias.
—Alice.
Miré al chico extrañado, ¿como sabía mi nombre?
—¿Nos conocemos?—Dije mientras me sentaba en el borde de una lápida.
—Sí, de toda la vida.. íbamos al mismo colegio de pijos con sus uniformes y sus calcetines hasta la rodilla.—Dijo con cierto tono de ironía.
—No me suenas.—Dije siguiéndole el juego.
—Alguien de ahí te esta llamando, solo que tú estarás en la Luna seguramente.
Miré para los lados y vi a mi padre haciéndome gestos de que fuera para allá, nunca le gustó que me relacionara con desconocidos, y menos con gente que no era de nuestra misma clase social, sí, el chico acertó, vengo de una familia rica, aunque por mucho dinero que tenga, nunca llegaré a recuperar lo que era mío.
—Bueno, me tengo que ir.—Dije mientras poco a poco me ponía erguida con los tacones.
—No sabes andar bien, ¿verdad?
—¿Lo has notado?
—Bueno.. de lejos parecía que sabías.—Dijo mientras se llevaba las manos a la nuca.
—¿Me has visto antes?—Dije mientras inclinaba la cabeza a un lado y llevaba todo mi pelo rizado.
Vi como se ponía colorado y de inmediato se ponía el gorro.
—Me gusta tu pelo.—Le dije sonrojada.
—A mi tus ojos.
Volví a mirar hacia atrás porque mi padre volvió a pronunciar mi nombre. Me despedí con la mano de ese chico mientras a cada paso que daba me giraba para poder verle por última vez. Hasta que cuando ya decidí mirar para adelante oí unas pequeñas voces.
—¿Cómo te apellidas?
Sonreí y me di la vuelta mientras gritaba a los cuatro vientos mis apellidos.
—Yo me llamo Charlie, encantada Alice.
Me giré y vi que mi padre no estaba, eso era mala señal, se habría cansado y me tocaría una buena. Caminé intentando no caerme por la pequeña cuesta que había, pensaba que no me había alejado tanto pero estaba equivocada.
—¿Que hacías?
Me cogió del brazo y me metió bruscamente en el coche.
—Solo quería aliviarme un poco, papá solo era eso.
—¿Y ese chico? ¿En el funeral de tu madre y te pones a ligar?
—No... no era ligar.
—¿Y qué era? ¿Le preguntabas la hora?
Miré hacia la ventana del coche, y intenté ignorarle. Pero no pude, ya que como no respondía decidió dar un frenazo.
—Alice, hablo enserio.
—¡Joder que no hacía nada!-Dije mientras me sobresaltaba.
Vi como empezó a mirar a los botones del coche e hizo que se abriera mi puerta.
—Fuera.
Abrí bien los ojos, ¿este era mi padre?
—¿Papá?
—Alice, fuera.
Apreté los labios para que ninguna palabra saliera de mi boca, aunque por dentro tuviera que decir muchas cosas. Cerré de un portazo y me quedé mirándole fijamente, con la esperanza de que la volviera abrir, pero no, lo único que hizo fue arrancar, dejándome tirada en medio de la nada, resoplé y saqué el móvil con la intención de que alguien me recogiera.