domingo, 6 de mayo de 2012

~Capítulo dieciocho.

Un amargo sabor abundaba en mi boca. Era una extraña combinación entre dulce y salado. Era a la vez sólido y líquido. Pero nada, estaba perdida, no sabía lo que estaba comiendo. Intentaba hablarle pero era imposible, con cada leve movimiento de mis labios me daba una cucharada de ese experimento.
—¿Te gusta?—dijo. Volvió a acercar la cucharra a mis labios, la cual negué como puede y la esquivé. Sonreía sin más, a lo cual me parecía extraño. Llevaba así unos días, que parecía que la felicidad circulaba por su sangre. Yo, mientras, me decaía en mis penas.—Alice tienes que comer.—Había perdido varios kilos, y era preocupante.
—No quiero más por—me interrumpió. Otra cucharada fue hacia mi boca. Pasé la manga de mi camiseta y me quité algunos restos de esa comida, que aún no sabía exactamente que era. —favor.—Terminé, sonreí.
—Tienes que comer.—respondió. Hizo un leve movimiento de pelo, apartándolo de la cara, dejando a la luz esos preciosos ojos verdes. A los que estaba enamorada.—Estás muy delgada.
—Comer, ¿pero comida no?—le solté. Seguramente lo habría preparado él, no quería herirle ya que le habría hecho ilusión, pero estaba llena, ya era el segundo plato que tomaba sin ganas.—Y por lo de delgada...—Quiso volver a coger la cuchara, pero me adelanté. La llené hasta arriba y se la acerqué.—¿Quieres? ¿Quieres probarlo cariño?
Asintió, pero ambos sabíamos que no quería ni olerlo. Puso mala cara y al final se lo di. Lo saboreó unos minutos, en los que ponía diferentes rostros de dolor y deseo. Me había perdido. Pero no me importaba, y menos si me perdía con él. 
—Está...—le costaba hablar, seguramente porque no tendría ni lengua.—¿Delicioso?—alzó los hombros. Me quitó la cuchara de las manos. Tenía posibilidades de que le volviera a dar por venganza y se quitó ese mal trago de encima.  
—Entonces como te gusta tanto.—Le sonreí antes de acabar esa frase, no sabía porque lo hacía, pero estaba algo contenta.—Todo para ti.
—Pero.—Arrugó la frente y retoció el morro con dulzura.—Tenemos que compartir las cosas.
—¿Quién lo dice?—Me erguí y me estiré. Estábamos en su habitación, como siempre, con este invierno a ninguno nos apetecía salir. Una rafaga de frío pasó por la ventana. La volví a cerrar rápidamente y alcancé una chaqueta negra.—¿Te importa?—señalé la chaqueta.
—No, cógela.—Apartó el plato de la mesa y tiró lo poco que quedaba a la basura. Podría darselo a alguno de la casa, pero dudaba que les gustara. Noté como ponía las manos en mi cintura.—¿Te gusta mi ropa?—murmuró en mi oído. Un escalofrío me recorrió de pies a cabeza.
—Puede.—le dejé en la duda. Puso su barbilla en mi hombro y ambos miramos la ventana. Deslicé mi dedo en ella y dibujé un pequeño corazón. Noté sus labios en mi nuca.
—Tenemos que irnos.—Los separó y los llevó a mi cuello.—Le he dicho a Josh que estaríamos a las siete, y son las siete menos cuarto.
En estos días había tenido menos comunicación con Josh, por el tema de Andy. Ralph me daba clases mientras Charlie nos miraba constantemente. Estaba celoso. Me gustaba, por qué negarlo. Luego, cuando Charlie desaparecía casi todos los días a las seis de la tarde, me quedaba sola en la habitación.
—¿Hoy no te vas?—dije. Mi tono tenía una pizca de rabia. No sabía a donde se iba, ni que hacía, ni con quién. No tenía que contarme todo, pero tampoco ocultarme las cosas. Me di la vuelta y le miré con dulzura.
—Hoy vamos a ver a Josh tocar.—dijo más serio que un libro. Se cerró por completo y apartó la vista de mis ojos, mientras observaba sus pies.
—¿Por qué desapareces todos los días?—añadí. Todas esas noches preguntándome que hacía y quedándome con la duda. Solo le veía por la mañana, no sabía si volvía por la noche, ni si dormía conmigo o no me enteraba. Siempre le veía con un desayuno y sonriendo. Sin una explicación convincente.
En el reflejo de un espejo..
A la derecha. No, mejor a la izquierda.—No sé como peinarme.—le dije a mi reflejo. Parecía estúpido hablándome a mi mismo, pero no sabía con quién compartirlo, ya que me mirarían mal, o me dirían lo típico. Mejor revuelto, sí, era lo mejor. Dejé uno de los peines en la mesilla y pasé ambas manos. Alocándose aún más el pelo. Me parecía a Charlie, tenía un cierto aire. Me miré los dos perfiles y salí de la habitación.
Tenía el corazón a mil, y mis mejillas parecían manzanas de lo rojas que estaban. Acababa de salir de la ducha y lo único que llevaba era la roja interior. Mis pies desnudos se deslizaron por la madera de la casa, que por casualidad no estaba muy fría.—Será obra de Dios.—volví a decir en voz alta. Tenía que quitarme esa costumbre, pero el silencio de mi habitación era demasiado seco y agobiante. Me daba la sensación de estar siempre solo. Bueno, siempre lo estaba. Cogí unos pantalones verdes y una sudadera gris. Converse negras e iría perfecto, pero se las presté a Charlie.—Mierda.—suspiré.—¡Otra vez hablando solo, por Dios Ralph!—me grité a mi mismo. Decidí ponerme la mano en la boca, ya que seguramente soltaría una gilipollez. Me vestí lo más rápido posible. Las siete menos diez. Quería cogerme las zapatillas, pero Charlie estaría en su habitación, con Alice.—Alice..— murmuré en el seco ambiente de mi cuarto. Era imposible que dejara de hablar, y me dí por vencido. 
Antes de irme me acerqué a la mochila del instituto y saqué unas cuantas cosas. Libros, apuntes etc. Y en el tropiezo de la búsqueda de mi móvil, encontré una foto. No era de hace mucho. Dos o tres meses. Cuando en su vida era simplemente un compañero más. Era un lunático. Di la vuelta a la foto y vi tenía apuntado el día que la tomé con mi cámara. No tuve mucho disimulo, pero ella estaba centrada en su amiga Renee, y yo, mientras, la quería en silencio. Mi actuación ese día en el baño fue lo mejor que hice, hacer que no la conocía. Aunque llevara meses que no salía de mi mente. Así, tendría la oportunidad de que ella supiera como era, y con mucha suerte, le gustara.—Dios, si existes, por favor.—Me froté la nariz y volví a observar su rostro, mientras lo recorría con dulzura, como si pudiera tocar su pelo. Pero nada, estaba enamorada de Charlie, y él era mi amigo, y no podía hacerle eso, estaría muy mal visto. Pero, el amor era el amor. 
El sonido de unos nudillos frotando constantemente la puerta resonaron en mi cuarto, hasta llegar a mis oídos. Me levanté y dejé caer la foto mientras cogía el móvil con la otra mano. La dejé ahí tirada, estaba seguro que nadie entraría en mucho tiempo. Me acerqué con paso ligero, mi habitación era la más grande de todas. Y de momento yo era el más pequeño de la familia, si se le podría llamar así. Calcé unas Vans viejas y giré el pomo con miedo. Pero disminuyó en segundos al ver su preciosa sonrisa.
Detrás de un micrófono..
Mis yemas rozaron el metal frío y seco de los platillos. Hacía mucho que no actuábamos con público. No eramos muy buenos, y la verdad, era de sorprender. Miré al cantante y a los guitarristas. Yo, estaba practicando con la batería. Era una de las mejores cosas que tenía en mi vida, ese pequeña sensación que tenía al tocar.
—Josh, ¿estás nervioso?—me dijeron. Me cubrieron los ojos con ambas manos. Sabía quién era, ¡quién iba a ser! Andy.—Dentro de poco vendrá el resto, pero esto ya se está llenando.—deslizó sus dedos hasta mi barbilla y los dejó en mi nuca.
—Es verdad.—La besé. Yo más ganas que ella, pero no lo tomé en cuenta. Miré el público, no diferenciaba los rostros. Eso era lo mejor, apenas les veías.—Estoy un poco nervioso, hay más gente de lo común.—La miré, iba de azul marino, normalita, pero a la vez perfecta.
—Yo he avisado a mucha gente.—añadió en un suspiro ya que se acercaba un guitarrista. Era de esperar, Andy por muy sencilla que fuera, la conocía medio país. Y yo, tuve suerte, y la conocí. La miré con el rabillo del ojo, estaba hablando con uno de ellos. Antes dije que tocar la batería era la mejor sensación. Pues, estaba equivocado, tenerla a mi lado le daba mil vueltas. ¿Estaría enamorado? Seguramente, estaba nervioso porque era la primera vez que tocábamos en grupo y ella asistía al concierto. Bueno, concierto no era exactamente, pero me hacía ilusión pensarlo. Los focos fueron hacia mis ojos.—Me he quedado ciego.—susurré, pero bueno, por lo menos aún tenía voz, y las muñecas estaban intactas. 
Entre la multitud..
Buscaba a Charlie, ¿le había perdido? Hace unos minutos le cogía de la mano y ahora estaba entre la gente. Perdida. Salté varias veces y pude ver a Josh tocando la batería. Se le daba bastante bien y hacían buen grupo. —¿Charlie?—Agarré a un chico del brazo.—Lo siento, me he equivocado.—Le miré con vergüenza y aparté la vista mientras caminaba nerviosa. El local era enorme y yo era demasiado pequeña. Muchos chicos me miraban, incluso me hablaban, pero la música estaba tan alta que era imposible escucharles. Me acerqué a la barra.—Un vaso de agua por favor.—le dije al camarero. Noté como alguien se sentaba a mi lado, pidiendo alcohol.
—¿Te invito a algo preciosa?—me dijo. Era extraña la situación, casi tenía diecisiete años y nunca me había ocurrido esto. Casi nunca salía a la calle, prefería quedarme en casa, leyendo.—No te cortes, solo quiero invitarte.—sonrió, le miré. Tenía los ojos azules.—Mi amigo me ha dado cincuenta euros por error y bueno.—se llevó las manos a la nuca e hizo esperar al que servía las bebidas porque hablaba conmigo.—¿Qué mejor que gastarlo en una chica tan preciosa?—demasiados cumplidos, no era preciosa. Seguramente estaría borracho y no me vería bien.
—No gracias, solo quiero agua.—Volví la vista hacia el camarero, le asentí a mi propuesta del vaso de agua y me lo sirvió en un abrir y cerrar de ojos.—Creo que me voy, que he perdido a mi novio.—añadí con una carcajada.
—Pero antes, dime como te llamas.—me agarró el brazo suavemente, sin hacerme daño, lo suficiente para mantenerme unos segundos con él.—Yo me llamo James, ¿y tú?—Me seguía mirando a los ojos. Borracho no era la palabra, le faltaría poco para tener un coma etílico. Le sonreí y le aparté la mano de mi brazo. No perdía mucho por decirle mi nombre.
—Se llama Alice.—noté como alguien dejaba su brazo en mi hombro. No me quise dar la vuelta, ya que sabía quién era.
—¿Es tu novio?—dejó la copa en la barra.—Lo siento, solo quería invitarla.—me reí por dentro. Me di la vuelta para poder besar a Charlie, pero otro rostro me estaba mirando.
—¿Ralph?—dije entre dientes, apenas imperceptible.—¿Qué haces?—no me inmuté mucho y seguí casi abrazada a él.
—Quitarte a este de encima, no creo que a Charlie le parezca bien.—sonrió, tenía una bonita sonrisa.—¿Vamos a bailar?—Miré al otro chico pícara, estaba avergonzado y seguramente no saldría otra vez de la barra. Me despedí de él con la mano mientras Ralph me llevaba al centro de la pista.
—¿Sabes dónde está Charlie?—No me quiso responder, tenía la sensación de que lo sabía. Pero yo me movía al compás de la música. Pude ver a Andy a lo lejos, con otras chicas. Josh estaba en el escenario, dándolo todo. Y Charlie. Desaparecido. 
—No, le perdí de vista hace media hora.—me dijo al oído, ya que antes me había hablado y no me había dado cuenta. Una música lenta empezó a sonar en el local. También la estaban tocando los chicos. ¿Bailaba con Ralph? Sería de mala educación no hacerlo. Busqué con la mirada a Charlie, pero nada. 
—¿Bailamos?—me dijo con una tierna sonrisa. Tenía que reconocer que me estaba derritiendo por dentro. Notaba que su mirada podía atravesar la mía.
—Voy a buscar a Charlie mejor.—Le dije sin apenas pausas. Me solté de su mano y me introduje entre la multitud. La música era demasiado lenta, y tenía la sensación de que mis párpados caían del cansancio. Cogí a varios chicos del brazo, creyendo que eran Charlie. Me estaban tomando por loca. Pero siempre me acababan sonriendo.—¿Charlie?—volví a gritar cuando hubo un descanso.—¡Charlie!—volví a decir. Me iba a quedar sin voz. Resoplé. Abrí los ojos. Un pelirrojo se asomaba por mi vista. Caminé hacia él. Pero me encontré con otra persona de por medio.
Noté que el corazón se me encogía por segundos. Había visto a mi madre. Se me encharcaron los ojos nada más pensarlo. No tenía que llorar. Así que seguí caminando aunque pensase que no era fruto de mi imaginación, que la había visto de verdad.
—¿Alice?—alguien me agarró del brazo e hizo que retrocediera a mis pasos. Mostraba cabello rubio. 
—Re, re, ¿Renee?—tartamudeé. No podía creerlo. Estaba aquí, me estaba viendo. Hacía dos semanas que no sabía nada de ella. Y ahora, le tendría que contar todo, darle explicaciones. 

10 comentarios:

  1. me ha encantado el capitulo , espero que subas pronto el siguiente porque siempre me dejas con ganas de mas :)

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  2. Me encanta!! Escrobes genial, estoy deseado leer pronto otro capitulo ^^

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  3. Lucía, que precioso, me encanta, ya lo sabes. Tenías razón, he amado a Ralph. Qué mobo es, en srrio, le quiero jajajja. Todo el misterio de Charlie me desconcierta akdhakdi. Siguente preciosa, me encanta como escribes, pero eso también lo sabes. Te quierop

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  4. Aw,me encanta.Todo es tan udsbudsvnoe,siguiente,ah me enteré de que te operarón espero que estes bien :3 Un beso. @RosarioMejutoLp

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  5. Me encanta, es simplemente... preciosa, espero el capítulo 19 con impaciencia. Tus manos valen para escribir Lucía. Abrazos de @Carmen12rs

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  6. OMG! Me muero de ganas por el siguientee! :3 Escribes genial y espero que Alice descubra lo de Renee! ;)

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  7. Ralph me cae bien, pobreshito, se quedó plantado ahí. Bueno, ¿y Renée? antes me gustaba, pero después de lo de la putada esa con Charlie... Bueno, por la foto que pusiste, al menos es guapa.

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  8. Me ha encantaaaaaaaaado, me la he leído entera, y espero que pronto publiques más! un beso ♥
    cpiruleta-gapmafia.blogspot.com

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  9. Me encanta tu blog, pásate por el mío a ver que tal http://jovenesescritoras23.blogspot.com.es/

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