martes, 15 de mayo de 2012

~Capítulo diecinueve.

La miraba de tal forma que podía saber que estaba pensando. Yo, mientras estaba sereno, manteniendo la compostura. Apenas las diferenciaba por la luz. Luz y oscuridad se mezclaban continuamente y solo las veía hablando e intercambiando alguna que otra sonrisa. Miré a Ralph, no estaba sorprendido, y la verdad, yo tampoco. No me gustaba que estuviera con ella. Me froté el pelo y suspiré hondo. Me acerqué, ignorando lo que estaba pasando, ignorando lo que sabía, ignorando ese sentimiento tan distinto que sentía por ambas.
Mientras tanto..
Su pelo rubio era lo único que veía en estos momentos, la oscuridad parecía ser tan eterna y solo apreciaba su voz. Mis piernas empezaban a fallar por el cansancio, y veía algo borroso, pero no lo tomé muy en cuenta.
—Alice.—sonrió.—Pensé que habías desaparecido.—Se me hizo un nudo en la garganta. Conociéndola me haría un interrogatorio, preguntas y más preguntas.—¿Dónde has estado?—Me agarró del brazo y una luz filtró el poco espacio que había entre nosotras. Vi que le temblaba el labio inferior. Ese recuerdo, demasiado familiar. Era un síntoma de que mentía. En este caso me estaba mintiendo.—¿Piensas decir algo?—le mostré una sonrisa bastante forzada, y al fin, decidí hablar.
—Sí, estoy aquí, de fiesta.—solté. Fue lo primero que se me pasó por la cabeza. Hice varias pausas entre palabra y palabra. Debería decirle algo más inteligente, una escusa, una razón, pero, era demasiado ilusa y no sabía como salir de esta situación.—Divirtiéndome un poco.—no quise sacar el tema de los titulares y el periódico.
—Ya lo veo.—acompañó con una carcajada y se llevó la boquilla de la cerveza a los labios.
—Sí.—sonreí.
—Bueno, ¿y qué haces? ¿Trabajas sin el permiso de tu padre o algo?—intenté asentir, pero era algo lógico, en esta edad nos hartábamos a la mínima y lo típico era huir. Pero en mi caso, no fue por una chiquillada, un enfado tonto, o eso pensaba. Cuando decidí responder a su pregunta, habiendo un margen de unos escasos minutos causados por mis pensamientos, noté el contacto de mi piel con una más cálida que la mía. Luego, fue hacia mi cintura.
Unos minutos antes..
Por fin me dispuse a caminar, Renee me divisó antes y daba cada paso con miedo. Mi conciencia se estaba riendo de mi, ¿miedo? ¿A una chica? Cada vez mis actos me parecían más patéticos y me avergonzaba de mi mismo. Reflexioné unos instantes en el camino, y llegué a una conclusión. Mis dudas se aclararon más cuando rocé mis dedos con los suyos, y dejando caer una de mis manos en su cintura. No querría perder a a Alice.
Encajé mi barbilla en su hombro, sufriendo la mirada de Renee en cada uno de mis movimientos. Acerqué mis labios a su oído, aprecié como los pelos de su nuca se erizaban. Sonreí.
—¿Quién es?—dije en un murmullo, apenas apreciable. No me respondió, pero no me importaba, aquella chica me miraba con rabia en sus ojos, y a la vez despertaba tentación.—Alice.—volví a decir.
Se dio la vuelta y rozó sus labios con los míos. Llevé una de mis manos a su barbilla, dirigiendo aquel beso. Pero, uno de mis ojos estaba pendiente de Renee, ¿qué estaba haciendo? Miraba aquellos ojos con calma, mientras la otra parte de mi cuerpo estaba pendiente de Alice. De la persona de la que en estos momentos estaba.. enamorado, ¿verdad?
—Alice, presentarme a tu novio—exigió. Vi como se dirigía a mi rostro con cierta alegría.—Soy Renee.—Me aparté apenas unos centímetros y lo que iban a ser dos besos acabaron en un susurro.—Bonita actuación.—se apartó y elevó una sonrisa.
—Él es Charlie.—soltó Alice al ver que ella ya se había presentado. Y yo, bueno, no tenía palabras. Ralph se acercó a mis espaldas y me sorprendió la reacción de Renee.
—Hola Ralph.—añadió aquella chica rubia. Miré a Ralph, ¿la conoce? ¿Cómo sabía su nombre? Noté como Alice se hacía las mismas preguntas.
—¿La conoces?—le susurré a Ralph. Mi rostro mostraba asombro.
—¿La conoces?—soltó Alice unas milésimas de segundo de diferencia a mis palabras . La misma pregunta, la misma expresión.  Puede que fuera un error, pero decidí actuar.
—Encantada Renee.—mis actuaciones mejoraban con el tiempo, aunque no me gustaba mentir.—Alice vayámonos.—La agarré de la cintura, pero impidió mi paso.
—¿Irnos? ¿Por qué?—Frunció el ceño y soltó mi mano. Suspiré. Miré al techo y volví a suspirar. 
—Luego te lo explico, vayámonos.—No sabía que decirla, en cierto modo, quería irme para no tener que sufrir a Renee, ya tenía suficiente con verla casi todos los días. La verdad, me estaba acostumbrado.
—No, yo no me quiero ir.—respondió firme como una estatua. Ladeé la cabeza y posé la vista el Ralph, aún seguía intacto después de la pregunta que le hicimos, cual no contestó. Estaba blanco como la leche, incluso más sorprendido que nosotros.
—Alice, por favor.—le supliqué. Podría irme, y dejarla allí, no le pasaría nada. Pero, no quería. La volví a coger de la mano, haciendo algo de presión.
—No. No quiero irme.—me volvió a repetir. Ya no sabía que decirla, sería capaz de hacer un número ahí, delaten de todos. La veía distinta. O, a lo mejor era yo, el que estaba cambiando. Me soltó de la mano y de sus labios salió una frase.—Me recuerdas a mi padre.
Aquellas palabras me hicieron más daño de lo que ella pensó. Me introduje entre la gente. Manos, brazos, piernas, de todo se cruzaba por mi camino. Di un portazo al salir. Me paré unos instantes.—¿Qué estoy haciendo?—Llevé mis manos a los bolsillos, buscando las llaves del coche y al final di con ellas.—Luego, debería arreglarlo.—me comenté a mi mismo, pero tenía tanto orgullo que dudaba que lo hiciera ahora. Me froté las manos intentando entrar en calor. Caminé hundiéndome en una fina capa de nieve que rodeaba el local. Me introduje en el coche y puse la radio. Won't Go Home Without you de Maroon 5 resonaba en mis oídos. Esa canción expresaba demasiado sentimiento.—Podría cantarla, me sé la letra.—Andy siempre la ponía.—Hostia.—dije en voz alta.—¡Andy y Josh!—me froté los ojos. Bueno, no pasaba nada, se tenían uno al otro. No pasó muchos minutos desde que empecé a hablar solo, hasta que vi que alguien daba un portazo sentándose en el copiloto.
No dijimos nada en el camino, bueno, mejor dicho, yo no dije nada. Ella hablaba entre dientes, no la entendía, hablaba en francés. Arranqué el coche y puse la música más alto, para que el silencio que había entre nosotros no fuera tan cargado y agobiante. Pero no sirvió de nada.
Acercó la mano a la radio y la apagó. La miré y vi que tenía clavado su mirada en la mía. Volví a mirar a la carretera y ignoré esos segundos de presión.
—¿Ahora dónde vamos?—apoyó la cabeza en el cristal. Y dejó caer sus manos en el asiento. Estaba preciosa. Era preciosa. La miré sin que se diera cuenta y suspiré hondo.
—A casa.—le dije.—Bueno, a nuestra casa.—le volví a decir. Pocas palabras producía mi garganta, estaba tan pendiente de la carretera que me costaba establecer una conversación. Un semáforo en rojo, perfecto para disculparme.—Bueno, Alice, querría decirte que..
—¿Tú me quieres Charlie?—me tragué las palabras y volví a mirar a la calzada. ¿La quería? Sí, no había duda, pero.—No nos conocemos mucho.—bajó la mirada y suspiró. La imité.
—Para eso estamos, para conocernos.—Cambié de marcha y le regalé una pequeña sonrisa.
Llegamos antes de lo esperado, y no dirigimos ninguna palabra en el camino. Le dí mi abrigo para que se cubriera. Hacía demasiado frío.
—Gracias.—Me miró y lo cogió.—Aunque te vas a congelar.
—Ahora vamos a llegar, no pasa nada.—Estiré los brazos y el cuello. Seguía sintiendo algo de tensión en el cuerpo. Entramos y varios chicos nos saludaron. La miré y abrí la puerta mientras la cerradura chasqueaba. Cedí el paso y entró dejando la ropa en una silla.
—¿Tienes hambre?—añadí a ese silencio.
—No, ¿y tú?—me preguntó mientras se descalzaba y soltaba el pelo.
—Tampoco.
Esa fue la mínima conversación que tuvimos, hasta que ella empezó a hablar.
—Antes no me has respondido.
—¿A qué?—me froté el pelo y dejé el cinturón en la cama.
—A que si me quieres.
Me volví a quedar en blanco, ¿no se lo había dicho? Estaba seguro de que sí.
—Si te lo he dicho.—me negó con la cabeza y se apoyó en la pared.
—Creo que los periódicos tienen algo de razón.—La miré confuso.
—¿A qué te refieres?
—Esto es algo parecido a un secuestro.—Rió chistosa, pero lamentablemente, yo no me lo tomé igual.
—¿Secuestro?—salté.
—Sí, no me diste a elegir.
—¿Enserio?—sonreí.—Bueno, pues si quieres irte con tu padre, puedes.—Me senté en la cama y dejé los zapatos tirados por la habitación. Había cambiado, yo ya no era Charlie Blair. Abrió los ojos y volvió a coger la chaqueta.
—Tengo razón, decidiste tú por mi.—volvió a replicar. Deseaba que esta conversación no hubiera empezado, debería haberla dicho que la quería desde un principio.
—Yo solo quería lo mejor para ti.—suspiré y miré cabizbajo.—Si quieres irte, puedes hacerlo.
Antes de terminar aquella palabra un portazo retumbó entre pared y pared del cuarto. Me llevé las manos a la nuca.—No, no, no.—me dije a mi mismo. Me levanté y empecé a dar vueltas. ¿Por qué le había dicho eso? Miré para todos los rincones, e incluso en el baño. Abrí la puerta y asomé mi cabeza a ambos lados. No estaba. Se había ido. Cerré los ojos y volví a entrar, dejando caer mi peso en la puerta y deslizándome hasta el suelo. No era consciente de lo que estaba pasando. Y aunque no me lo podía creer, el sonido del portazo aún seguía retumbando en mis oídos.

4 comentarios:

  1. OH DIOS MIO LUCIA SANCHEZ TE MATOheiuwdjskrhfndjcghnvfrjdhgnerifdjk ¿por qué lo haces tan bien? ¿Por qué mencionas una canción que amo? ¿Por qué acabas justo ahí la historia? No me lo puedo creer, siguiente princesa, ya, que lo necesito, que intriga gwasjrhndfejkds. Increíble, like always. Te quiero <3

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  2. EEEEEEEEEEEEEH, TIENES QUE SEGUIRLA YA!
    Felicidades de nuevo por tu historia, de veras. A ver qué pasa al final entre Charlie y Alice...

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  3. Oh dios mio!!!! Tu novela es genial pero me parece muy mal que nos dejes con la intriga, eso no se hace :) Sigue escribiendo y sube pronto el siguiente porfa :)

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  4. Oh Dios! Lucía tú novela es la mejor!! No la dejes hay!! hsjavdjdjansdioljkk eres la mejor!! att. @samycm

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